28 septiembre 2006

24 Libellule

Veinticuatro libelulas volaban por encima del agua.
El sol llega al ocaso. Temperaturas altas, verano, ansiedad, calor, hambre y sed.
La brisa mueve los jóvenes arbustos y los tonos morados son los dueños de la tarde lacustre. No me mires!

Xarabas jugaba su último partido de ajedrez. Siempre había sido muy particular. Nunca se limpiaba las manos antes de comer el día del match. Le daba mala suerte.
Sus adversarios lo consideraban campeón entre los campeones y sus aberturas provocaban terror en sus contrincantes. En su cara se leía la clase y la maestría.
Jugador de ajedrez y supersticioso un combinado muy raro donde lógica y metafísica se encuentran para luchar en un ring de sesenta y cuatro celdas.
Reyes, reinas, caballeros y súbditos en manos de pocos entendidos a la espera de la eterna lucha que llevaría unos a ganar y otros a perder. Fuera donde fuera, el principio de aquel juego era el sacrificio.
Xarabas abre. Fácil su abertura, o esto parece!
Faust juega su movimiento, seguro.

Dos mundos se mezclan.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Uhm...no entendi nada,pero me gusto la primera parte q describias la escena, muy buena.
Anita